Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroló...
Si decían tú no mires, ella miraba, ella miraba.
Y un buen día en la repisa, donde jugaba, donde jugaba...
¡Que apareció una luz! que alumbraba el paso largo de una senda,
Que prendía la bengala de una hoguera, ardiendo en su interior...
Su madre lo vio muy claro y le dio unas alas, le dio unas alas.
Y su padre entre los miedos la acompañaba, la acompañaba.
Si tienes que buscar, anda y busca, siempre aquí tendrás tu casa.
Y el destino la enfrentaba a una jugada, que no pudo rechazar.
¿Y qué vas a hacer? Si el viento te está llamando,
Si la hoguera no se apaga... y no sabes a qué volver.
Y distinguir, en mitad del quiero y duelo,
Si se ha parado el velero o navega en calma.
Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroloró...
Y en los grises de los años, cuando dudaba, cuando dudaba,
Se valía del recuerdo, y en el cotano donde cantaba,
Sintiéndose en el mar, tan inmensa como el ruido de las olas,
Proyectada en la ilusión de una victoria, que te vuelva a levantar.
¿Y qué más vas a hacer? Si el viento te está llamando,
Si la hoguera no se apaga... y no sabes a qué volver.
Y distinguir en mitad del quiero y duelo,
Si se ha parado el velero o navega en calma...
Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroló,
Loroló, loroloroloró...